Nadie te olvida Paul

Hace un año, al llegar a casa después de trabajar, terminé lo que me quedaba de la novela Alaric de Marnac y a continuación me vi El retorno de Walpurgis, una de las pocas películas que aún no había visto de Paul. La noche llegaba y me fui a dormir como otro día cualquiera, alegre por haber podido disfrutar con la obra del maestro. Lo que nunca me hubiera podido imaginar es que su vela se apagaba. Al día siguiente en el trabajo, por medio de un mensaje pude ver la noticia. No pude evitar escaquearme un segundo para comprobar si aquello era cierto, lo era.

Aquel fue un día triste que no quiero seguir relatando, porque, como a la mayoría, prefiero recordar lo alegre de quien no está y dudo que Jacinto Molina fuera una excepción. Hoy es día de homenajearle pero no de recordarlo, porque nadie le olvida. Todos los días hay alguien que habla de él, que escribe sobre alguna de sus películas, ve La noche de Walpurgis por primera vez, busca como loco alguna de sus rareza… todo esto ayuda a que el nombre de Paul Naschy sea un nombre importante en la amplia galaxia que es el cine fantástico, tanto para bien como para mal, porque hasta los detractores más enfermizos con sus destructivos comentarios consiguen que nadie olvide al maestro, lo que pasa es que cada día somos más los que reivindicamos al “hombre lobo español”.

Este no es un texto para homenajear a Paul, pues ya llevo tiempo haciéndolo, y más que me queda, simplemente es una muestra más de mi admiración por alguien al que respeto muchísimo. Una persona que me venía a la cabeza, y aún me viene, cuando uno soñaba con hacer cine e incluirlo como estrella en un ficticio reparto. Esa ilusión de alguien al que le encantaría hacer cine y que, mientras escribe una historia, no puede evitar basar un personaje en uno de sus iconos más admirados. Su empuje, sus ganas, su ingenio… no puedo evitar mencionar todo esto, aunque todos sepamos perfectamente lo que fue su figura.

Me siento orgulloso de poder decir que conocí a Paul Naschy, que pude charlar con él y que tengo un muy buen trato con familiares y gente que estuvo cerca de él. Añado que un par de espinas se me quedarán marcadas por siempre: trabajar con él en un cortometraje y entrevistarlo. Aunque son muchas las cosas que reducen el daño de esos pinchazos, sobre todo con las palabras de agradecimiento por parte de Paul y su familia por este espacio. Solamente quiero añadir que gracias a vosotros por todo y a Paul Naschy/Jacinto Molina por hacer que vea la luna llena con una sonrisa.

Gracias por haber existido.

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